10 noviembre 2009

Persiguiendo-la




Conocía el sueño de memoria, por pura repetición, sabía exactamente todo lo que iba a ocurrir porque había estado ahí muchas otras veces.
Tal vez era la extraña vivacidad que este tenía, o quizás el haberlo recordado sin parar, una vez despierto, para intentar encontrarle un significado, pero sabía que notaria la frescura de la hierba en la palma de sus manos mientras se intentaba incorporar en un parque extraño, en el cual nunca estuvo, y que pocos segundos después la vería al fondo del sendero, sosteniendo una vieja cámara de fotos y concentrada mirando por el objetivo.
Inducido por la fuerza que creía notar, proveniente de los latidos de su corazón, que bombeaba deprisa, camino hacia ella a sabiendas de que no se lo pondrían nada fácil. Así fue, como en los otros sueños gemelos de este mismo, una multitud de personas se interpusieron entre el y la muchacha. Le decían cosas que ya había escuchado, frases llenas de odio, de mentiras, de resentimiento, de maldad. Pasaban, afiladas como cuchillos, intentando clavarse en el y hacerlo desistir, pero no pensaba hacerles el menor caso.
Forcejeo, gritó, golpeo y se retorció entre aquel mar de personas, al principio veía sus caras, las caras de amigos, de hermanos, de los que dicen estar cuando los necesitas, de los que nunca te dedican ninguna palabra amable, de esos que decían llevarlo por el buen camino, de aquellos que te atan con cadenas al suelo cuando quieres volar. Pero pronto dejo siquiera de mirar sus rostros, porque no importaban, el solo tenía que conseguir cruzar el sendero.
Y lo logro, llego donde se suponía que debía llegar, pero ella ya no estaba. Volvió la mirada atrás y suspiró, porque aquel gentío había desaparecido para dar paso a un jardín lleno de rosas, pero sobretodo de espinas, muchas espinas. No quiso prestar demasiada atención a aquello, porque lo había podido contemplar muchas otras noches, así que busco en el césped enfrente suyo, donde encontró aquella fotografía.
Respiró hondo, guardo la fotografía en el bolsillo de su camisa y echo a correr. Sabía que en el norte del parque había una salida, no podía recordar porque lo tenía tan claro, pero debía llegar rápido si pretendía alcanzarla. Y lo hizo, la salida del parque daba a un aparcamiento lleno de coches distribuidos de manera totalmente aleatoria, como si los hubiesen dejado caer en cualquier sitio, por capricho. Y a unos metros de el, ella, salpicada de un aura de claridad que apenas dejaba entrever sus facciones.
Se vio a si mismo gritándole, pero de su boca no escapaba ninguna palabra, aunque estas resonaran con fuerza en su corazón. Ella, pareciendo hacer caso omiso, se limito a darse la vuelta y echar a correr, lo cual sabia que ocurriría, así que no perdió tiempo en intentar llamar su atención y la persiguió. Con todas sus fuerzas corrió, esquivando los coches, intentando ganar distancia entre el y aquella figura que parecía estar cada vez más lejos.
Asi fue como, en un intento desesperado, trato de pasar por encima de un vehículo, tropezó y cayendo estrepitosamente sobre el asfalto. Al levantarse, extrañamente dolorido por unas heridas imaginarias, vio como el camino a seguir estaba bloqueado por un enorme camión, y sobre el, la chica lo miraba con un gesto, que el interpretó como pena.
Se preparó, porque conocía perfectamente la tarea que debía realizar a continuación, intentar subir por aquel camión monstruoso. Y asi lo intentó, pero no podía, cada vez que intentaba coger un asidero, este se deshacía en sus manos, hasta que pronto el camión se destrozaba, haciéndole imposible llegar arriba. Golpeó la arena que se amontonaba delante suyo y maldijo, porque aquella tortura ocurría de nuevo, la tortura de no alcanzar su meta, de verse abrumado por los obstáculos, aquella que finalizaba con una voz a su espalda y que le decía, llena de rabia, que todo era su culpa.
Y ahí debía terminar todo, pero no esta vez. Si alguien lo había seguido hasta allí solo para culparlo, se merecía que conociese su rostro, así que empezó a girar su cuerpo para mirar atrás, lo que resulto ser una tarea titánica. Notaba como se tensaban todos los músculos y todo a su alrededor se tornaba nublo, pero notaba como su respiración se hacía más ligera, lo que le indicaba que el despertar era ya inminente.
Lucho, suplicándole a su cuerpo que no despertase, mientras se esforzaba por darse la vuelta. Y donde tantas otras veces había fracasado, esta vez triunfó, miro al abismo a los ojos y este le devolvió la mirada, con sus propios ojos cargados de rabia, con su propia cara desfigurada en una mueca de asco, con su propio cuerpo retorcido en una postura imposible.
Y despertó entre sudores. Asustado y casi tembloroso, permaneció unos minutos en la oscuridad de su cuarto, hasta que convencido de que no lograría dormir de nuevo después de aquella experiencia, se levanto para prepararse algo que le calmase los nervios.
Y mientras salía de la habitación, deslizándose entre las sabanas y cayendo al suelo, una fotografía. Y en ella una figura masculina empezó a aparecer, mostrando una radiante sonrisa a la cámara.

2 comentarios:

Srta. M dijo...

De narración muy trepidante y llena de sobresaltos, pero sobretodo ansiedad por llegar al final de la historia y ver que pasa..
great!

Neoand dijo...

Trepidante me habra quedado en parte porque siempre estoy pensando a tres parrafos por delante de lo que estoy escribiendo, me puede el ansia y escribo deprisa. No puedo evitarlo XD

Me alegro que te gustase :)

 

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