28 enero 2010

Cotidianos: Esa Gente

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Hay una consciencia colectiva y nosotros, sin saberlo, formamos parte de ella. Una serie de situaciones y vivencias que casi todos hemos experimentado y que nos unen desde el anonimato, que nos permiten tener una inocua conversación sobre el tiempo mientras esperamos que el ascensor llegue a nuestro piso o que nos riamos con gente que aparentemente no tiene nada en común con nosotros. Hoy nos centraremos en… “Esa Gente”

Por ejemplo, esa gente que siempre, siempre, tiene la imperiosa necesidad de abrir su paraguas en un día lluvioso y caminar con el bien pegaditos a las cornisas de los edificios, para que los pobres que no tienen con qué resguardarse no puedan ni encontrar refugio y tengan que acabar esquivándoles por el centro de la calle. Bravo, os merecéis que en el primer semáforo que encontréis, aparezca un camión y os salpique enteritos, cabrones.

Y que me dices de esos que, creyéndose en una realidad alternativa, son capaces de ignorar a todo el mundo que les rodea y formar un escándalo bestial capaz de poner nervioso al mismísimo Dalai Lama. Si, hablo de los generosos que comparten la música de su móvil a toda pastilla por el altavoz, deleitándonos con los últimos éxitos de reggeton, o a esos que deciden que el vagón de metro es su guardería particular y dejan que sus pequeños diablos con patas corran, griten y te peguen saltos en el asiento de al lado, como poseídos por algún espíritu especialmente hijo de puta. Con un espécimen de estos últimos recuerdo un momento en el que yo volvía de trabajar con fiebre y temblores y los críos me tenían al borde de un ataque de nervios, el tío cuando vio que alguien con los ojos fuera de las orbitas y sudores se le ponía a gritar y insultarlo no pudo hacer otra cosa que bajarse en la siguiente parada y rezar porque no le hubiese contagiado la gripe A.

Luego tenemos la variedad de los cagaprisas, esa gente que vive en un continuo estrés y competición constante. Su sociopatía les hace cargar contra el interior de los vagones de metro cuando aun nadie ha podido salir, y ojo porque una técnica depurada durante años les hace estar a la altura de jugar la Superbowl. También podemos verles en otros momentos estelares como “me cuelo vilmente con tal de beberme el cubata medio minuto antes que tu” y “chico, chico, déjame pasar que solo llevo dos barras de pan”. Desde aquí, un llamamiento, viviréis mas años si asumís que no podéis estar en todas las colas del supermercado a la vez, tomaos una tila antes de salir de casa y veréis el mundo de otra manera.

Seguro que, a diario, te cruzas un montón de “esa gente”. Refréscame la memoria sobre ellos.
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