Pero para que cuento todo esto.
Debe haber millones de personas que se deben sentir igual, lo que me hace preguntarme si también llegan a las mismas conclusiones que yo. El otro día pensaba en como descubrimos mas sobre nosotros con todas las experiencias que vivimos, y creo que precisamente cuando mas aprendemos es cuando pasamos por situaciones dolorosas.
Cuando estamos dolidos solemos buscarle la razón a nuestro dolor y sufrimiento, y en el proceso nos hacemos muchas preguntas que nosotros mismos tenemos que respondernos. Esa conversión con nuestro yo interno nos hace ver lo que en realidad pensamos y como lo hacemos, nos hacen evolucionar y madurar y si tenemos suerte, tal vez nos hagan esquivar la piedra la próxima vez que nos topemos con ella.
En mi caso me he dado cuenta de que cuando soy feliz (admirenme, he sentido la felicidad) me suelo aislar de mi entorno y dejo de darle importancia a muchas cosas que se merecen algo mas de esfuerzo. Mantener una relación cordial con la gente que conoces, mantener vivo tu cerebro, ser creativo, fijarse mas en todo lo que te rodea... son cosas que olvido y aparto en pos de unas sensaciones placenteras y que como la mala hierba, acaban creciendo y estropeando el jardín que forma mi ser (vaya expresión mas rara me acabo de inventar, por dios)
Debemos grabar en nuestras memorias esas piedras que nos hacen tropezar, debemos seguir aprendiendo sobre nosotros mismos y lo que nos rodea, siempre, pese a que creamos que ya no nos hace falta.
O en el futuro nos arrepentiremos.